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jueves, 14 de febrero de 2019

¿SE DEBE LEGALIZAR LA DROGA EN COLOMBIA?


A Colombia se le conoce en el mundo por diversas situaciones, malas y buenas. Buenas: su biodiversidad, el sabor de su café, su riqueza cultural. De las situaciones malas, cabe reseñar: la violencia indiscriminada ejercida por grupos al margen de la ley: guerrilleros, paramilitares y mafiosos. Dentro de la categoría de mafiosos se debe incluir a los narcotraficantes.  

En el mundo del hampa global hay un colombiano que pasó a la historia por su maldad y relevancia en el negocio del narcotráfico, Pablo Escobar. Él, junto a sus cómplices del Cartel de Medellín, y secundado por los hermanos Rodríguez Orejuela, jefes del Cartel de Cali, inundaron, en las décadas del 80 y 90, de cocaína el planeta. Es ‘gracias’ a esos mafiosos que en el mundo se estigmatiza a los colombianos como narcos, o como amantes de la cultura de la ilegalidad derivada del tráfico de drogas ilícitas.   

Aún hoy, años después de la muerte del gran capo de Medellín, y de la captura y posterior extradición a USA de los hermanos Rodríguez Orejuela, Colombia sigue siendo un gran productor de drogas ilícitas: el 90 % de la cocaína incautada en Estados Unidos proviene del país cafetero; empero, a pesar de que el país es el campeón mundial en producción de cocaína, el consumo de alucinógenos dentro de él, aunque preocupante, no es desorbitado. El país que más cocaína produce también debería ser el que más consuma, nos dice el sentido común. Pero en Colombia la droga que más se consume es una legal, el alcohol.

Traer a colación el consumo de alcohol cuando se habla de drogas, legales o ilegales, es pertinente; sobre todo porque es el alcohol el causante de miles de desgracias. Baste un solo ejemplo: entre diciembre del 2013 y septiembre del 2016, en Bogotá se impusieron 10.916 multas a conductores por conducir en estado de embriaguez. Así las cosas, si el alcohol acarrea tantos problemas (¿cuántas muertes han causado los conductores borrachos en la última década?), y es una droga legal, ¿por qué no pensar en la legalización de todas las drogas en Colombia, tal cual se hizo en Portugal? No sin antes aclarar que, por lo menos acá, el consumo de drogas está íntimamente ligado al del alcohol.

Preguntémonos: ¿Qué ha afectado más la salud, la vida y la institucionalidad del país: el consumo de drogas, o el narcotráfico como negocio? Hasta el momento, la prensa no ha registrado que un drogadicto haya ordenado poner un carro bomba en un centro comercial, o que haya derribado un avión en pleno vuelo matando cientos de pasajeros, o que alguien bajo los efectos de la droga haya dado la orden de asesinar a miles de policías. La premisa, es: la droga no es buena, pero el negocio del narcotráfico es mucho más perjudicial. Y ese negocio criminal es lo que hay que combatir. Mientras los adictos estadounidenses esnifan anualmente 400 toneladas métricas de cocaína, Colombia es el que pone los muertos por causa del crimen organizado. Eso no es justo.

La drogadicción ha existido siempre. Y tal vez existirá para toda la eternidad. Culturas milenarias han buscado en yerbas y hongos la manera de saciar el hambre o mitigar la sed, o simplemente las han usado para experiencias místicas. Así que luchar contra ese flagelo es perder el tiempo. Contra lo que sí se debería luchar con encono el Estado es contra el negocio criminal del narcotráfico. El Estado debería quitarle el negocio la mafia y asumir su responsabilidad en la producción, consumo y, sobre todo, prevención.



¿Legalizar o no legalizar? En el país ya se dieron los primeros pasos para la legalización de las drogas. ¿Es oportuno ir más allá? Antes de responder, es imperativo analizar lo que sucedió en Portugal. La estrategia de los lusos en lo respectivo a la droga no tiene comparación con otro en el mundo. En el país ibérico fue despenalizada la posesión de todas las drogas consideras estupefacientes: marihuana, cocaína, heroína…, y los resultados han sido exitosos. El no tratar a los consumidores y compradores ocasionales de droga como criminales sino como enfermos, ha contribuido para que en Portugal disminuya la violencia y la criminalidad relacionada con las drogas ilegales. Y gracias al accionar de los llamados "comités de disuasión", creados por psicólogos, abogados y profesionales sociales, muchos enfermos o adictos han logrado mejorar su calidad de vida: el índice de infecciones por VIH ha caído en picado desde 2001. Se ha pasado de los 1.016 casos registrados a 56. Las muertes por sobredosis han disminuido en un 80 por ciento desde 2001, lo que las ha situado en las solo 16 registradas en todo el país en 2012.

Es cierto, Portugal y Colombia son dos sociedades distintas. Muy distintas. El país luso no es un gran productor de drogas. Allá el poder del narcotráfico no ha hecho tanto daño como acá, pero el problema de la adición de las drogas es global, y los buenos ejemplos deberían ser imitados. Una red pública que brinde asistencia médica, social y psicológica a los adictos es lo ideal. Los prejuicios para con los consumidores de drogas deben ser abolidos. No todo el que consume es un criminal, mucho menos un “desechable”. Lo de las drogas es un problema de salud, no de orden público. Si se convierte en lo segundo, es por la ausencia o falta de asistencia del Estado.

Entonces, Colombia debería estudiar la posibilidad de legalizar, descriminalizar y despenalizar la droga. Todo desde una perspectiva de derechos humanos.

Legalizar. Es decir, que el Estado asuma el control de la producción y distribución de las drogas, desde el punto de vista medicinal, apoyado por médicos, psicólogos y demás, que busquen no sólo atender a los adictos, sino lo más importante: tratar por todos los medios de incentivarlos a dejar la droga. Al quitarle el poder a la mafia de las drogas, ya los adictos no tendrán que robar o cometer delitos para calmar sus ansias de consumir. Y si la mafia ya no pudiera ganar miles de millones de dólares por concepto de venta de drogas, el daño institucional sería mucho menor. Ya no habría más Pablos Escobares tratando de tomarse el poder estatal.


Descriminalizar. Ya los adictos no serían tratados como delincuentes.

Despenalizar. Los consumidores y compradores de droga no serían penalizados por ello. Sólo se penalizaría la producción y distribución por parte de particulares, ya que el monopolio de éstas estaría a cargo del Estado. Todo esto acompañando, claro está, de una campaña permanente y ‘agresiva’ de educación, consistente en enseñarle a la juventud sobre el peligro para la salud que representa el uso y abuso de las drogas. De todas las drogas, incluido el alcohol. Pero para que esta opción de legalización total de las drogas sea viable, se necesita de un Estado fuerte y cohesionado, de una red pública de salud eficiente y eficaz y de una emancipación total a los intereses de los Estados Unidos.

Para que la legalización de la droga sea un hecho, y con ello la resolución del problema del narcotráfico, lo que primero que se necesita es un Estado soberano, cohesionado y garantista de los derechos humanos fundamentales de todos sus habitantes. Y Colombia está lejos de ofrecer eso a sus adictos, y a todos sus ciudadanos. Entonces, habrá que esperar. Ojalá no mucho. 
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jueves, 16 de agosto de 2018

RELIGIONES Y SECTAS EXTRAÑAS

RELIGIONES Y SECTAS EXTRAÑAS

Siempre que navego por Internet busco páginas raras y/o curiosas (no pornográficas, mal pensados). Un buen día, me topé con la página oficial de la iglesia Maradoniana. Sí, una iglesia donde el dios es Maradona y la Biblia es su libro autobiográfico Yo soy el Diego de la gente. Entusiasmado con esta locura me di a la tarea de consultar sobre sectas raras. 

     Logré descubrir que en la antigua Grecia se adoraba a una diosa llamada Clítoris (hija de un guerrero mirmirón. Zeus se enamoró de ella y como era tan pequeña tuvo que transformarse en hormiga para hacerle el amor). De inmediato, y ante la sonoridad del nombre, decidí hacerme seguidor de ella y a toda hora decía: “Oh, santa Clítoris, ven a mí”; y, en una acción más arriesgada, mandé a estampar una camiseta negra con el lema: Amo a Clítoris. Todo iba bien hasta que mi esposa, muy circunspecta, me dijo: “Me imagino que del clítoris que hablas es el mío”. Al responderle que no se armó un bololó terrible que por poco me cuesta el matrimonio. Debido a esto   abandoné la   idea de hacerme seguidor del gallito y ahora estoy en aras de encontrar otra fuente de iluminación.

Y es que yo soy un tipo que anda en busca de la verdad, o mejor, de la inspiración que me ayude a crecer espiritualmente ya que mucha gente me critica por mi pragmatismo. Confieso que no me llaman la atención -nunca lo han hecho- las grandes religiones actuales, sobre todo las monoteístas. El islamismo me parece muy violento, el catolicismo muy aburrido y jamás de los jamases me vería como un Testigo de Jehová porque no me entusiasma la idea de estar jodiéndole la vida a la gente los sábados a las seis de la mañana.

Hace poco volví a consultar en Internet y encontré varias sectas cuyos nombres me llamaron la atención. Como no tenía mucho tiempo no pude consultar su doctrina, por eso hoy voy a especular un poco sobre algunas de ellas a ver cómo me va. Ojalá acierte.

 La primera secta que me llamó la atención fue la “Asociación de los Caballeros del Loto de Oro”. Me imagino que la cosa tiene que ver algo con lotería o con el Baloto. Me le apunto de una.  También está la “Asociación Universal de Fieles”. Creo que me vendría bien pertenecer a ella: ganaría puntos con mi esposa. Aunque presumo que la secta es muy reducida, porque hombres fieles “habemos” -perdón, corrijo- hombres fieles somos muy pocos; y mujeres, pues… El “Babaísmo” me imagino que es una religión integrada por un montón de idiotas o retardados mentales que a toda hora viven escurriendo babas. Por eso no me anima de a mucho. En cambio, sí me seduce la idea de integrarme con las “Compañeras del Introito”. A mí introito me suena muy parecido a coito, y si todas las nenas de la secta se deciden a coitar conmigo, pues bienvenidas sean. No pasa lo mismo con la “Comunidad de Brujas Ibéricas”, pues yo soy una persona muy selectiva y no me gusta andar rodeado de bagres o de viejas feas.

La idea de pertenecer a la secta del “Grupo Alfa” me parecía bacana, hasta que recordé que tengo muy poco oído para la música. Pero confieso que sí me entusiasma mucho pertenecer a la “Iglesia de Pan”. Ya me imagino yo dando buena cuenta de un buen pancito francés con chocolatico caliente y queso. O de un suculento croissant con Pony Malta.  Inscribirme en la “Iglesia Negra” no me llama mucho la atención, no porque sea racista, no, lo que pasa es que mi vista últimamente no está funcionando adecuadamente y por eso le huyo a la oscuridad. Me imagino que la secta “konkokyo” tiene algo que ver con Kokoriko, si es así, seré un fiel fiel. Y por último está la secta de la “Mano Negra”. A esta religión no me le mido, primero porque yo con los paracos nada que ver, y segundo porque yo sí soy un demócrata a carta cabal. 

En fin, en este mundo, como dice sabiamente el poeta guatemanteco Ricardo Arjona “hay más religiones que niños felices”. Se encuentra uno de todo, como en botica. Y ante tanta oferta la verdad no sé en cuál secta inscribirme. Cuando me decida les informaré. Mientras tanto seguiré siendo un pecador más; es decir, un ser humano común y silvestre. 

Que el Señor los acompañe. Que la Virgen lo siga siendo, y que se los coma el marrano. Amén. ¡Arrepentíos, manada de iguazos¡ 
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viernes, 3 de agosto de 2018

Las “delicias” de Facebook

Las “delicias” de Facebook


Desde hace un tiempo vengo contemplando la posibilidad de cancelar mis suscripciones a Netflix y DIRECTV, y quedarme solo con mi afiliación internet. Sí, porque si tengo Facebook, lo tengo todo, por lo menos todo lo que necesito para no aburrirme. Es que desde hace rato esta red social se convirtió en la plataforma de entretención más bacana de todas. Ahí uno encuentra de todo: videítos y fotos de aquellas, peleas de amantes, peleas de parejas, novelas virtuales protagonizadas por servidores públicos, denuncias, realitys, confesiones morbosas, porno, miseria, amarillismo ¡De todo¡

¡Qué verraquera¡  

Rememoremos algunos casos.

Una mujer encontró que su esposo llevaba a la amante en el auto y, sin pensarlo dos veces, se paró en plena vía pública a reclamar lo de ella: “Baje esa perra de ahí”. Todo un show digno de Laura en América: ¡“Que pase la moza”! Pero lo más bacano eran los comentarios de los feisbukeros: “Están peleando por tripa”. “Ese es mucho desgraciado, uich”. “Mucha güeva, se dejó ´pillar”. “El man debería proponerle a la esposa un trio, así sale de ese problema”. “La mozita del man está como quiere”. “Mucha prepago”.

Una mujer de unos treinta y péguele años le quitó a otra muy joven -ambas damas son bellas- un par de zapatos tenis arguyendo que eran de ella. Inmediatamente los comentarios no se hicieron esperar: “Tanta alharaca por un par de tenis”. “Qué oso tan peludo”. “Lo que pasa es que la veterana fue mujer del novio de la peladita. A lo mejor ella todavía le tiene ganas al chino”. “Están pelando por tripa”. “Yo no pelaría por unos tenis viejos que hasta chiveados serán”. “Los tenis no son chiveados, son de marca”. “Yo no me hubiera dejado quitar los tenis. Yo me hago picar primero”. “Tan de buenas el chino, ambas mujeres están como buenas. Que chute una”. “Ese huevo quiere sal”.

En una dependencia del Estado los servidores públicos, a los que supuestamente les pagan por trabajar, viven como perros y gatos en un reality eterno que llevan a cabo en Facebook. Y uno, de puro sapo, pregunta: ¿entonces a qué hora es que trabajen esas pintas? Los cara a cara son bonísimos: “Denuncio públicamente que Fulanito me miró rayado cuando pasó por mi oficina”. “Yo confieso que sí miré rayado a Perenceja, pero en reacción a ella, que en su perfil se burló de un vestido que usaba mi esposa”. Y los comentarios no se quedan atrás: “Yo estoy de acuerdo con Perenceja, ese vestido está muy boleta”. “Cada quien se viste como le da la gana. Respeten”. “Lo que pasa es que Fulanita se burló de la hija de Perenceja. La comparó con un animalito”. “Si así es como ciudadano común y corriente, cómo será el día en que tenga un cargo de elección popular”. “De esa oficina no sale nada bueno. Si una de esas pintas se lanza, es quemada segura”. “Algunos precandidatos, aconsejados por quien sabe quién, están acudiendo al escándalo como método para ganar notoriedad. Curiosa estrategia. ¿Alguien quiere pelear conmigo, por favor? Compro escándalos. Prometo bajeza en las publicaciones. Yo soy harto grosero. Se los juro”.

En una página denominada Confesiones Arauca, la cosa se puso peluda, hubo toda suerte de confesiones: “Confieso que se me chorrea el helado”. “Yo sí me di un pico con mi mejor amigo, pero no soy marica”. “Juan lo tiene muy grande, en cambio Pedro lo tiene chiquito”. “A Yuranys le gusta que le den por el chiquilay”. “Fulanita de Tal tiene el sapo más grande que yo haya visto”. “Me gusta la yerba, ¿y qué?”. “Pillé a mi papá saliendo de la Pelo de Oro”. “Este pueblo se llenó de maricas y travestis…y de cacorros”. “Hay venecas que aguantan su taparazo”. “Fulana se lo chupó a Fulano en el baño del colegio tal”. “A Fulana la tenían enclochada en el parque del dedo”. “Perenceja se está comiendo lo mío. ¡Perra!”. 



Y así. Morbo. Amarillismo. Shows de toda índole. Bien lo han dicho muchos intelectuales: las redes sociales se han convertido en una inmensa cloaca en la cual todos depositan sus porquerías. Y miles de internautas, como marranos, gozan revolcándose en esa cloaca. Tanto, que uno no sabe a qué hora trabajan.

¿Quién irá a protagonizar el próximo escandalo? ¡Qué emoción! 
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miércoles, 18 de octubre de 2017

LA MALDITA INDUSTRIA MUSICAL

LA MALDITA INDUSTRIA MUSICAL

Mierda nos venden, mierda compramos



La primera en poner el dedo en la llaga fue Totó la Momposina, a ella se unió Carlos Vives y después remató Iván Gallo. Todos se han pronunciado en contra de las letras del reguetón, que generalmente son vulgares y de mal gusto: polvos cantados, pornografía auditiva. Ahora yo, que no soy nadie, meto la cucharada y me pronuncio. Pero voy más allá. Y lo hago porque soy un ciudadano de bien. De los que paga todos sus impuestos, incluido Sayco y Acimpro. De los que se parquean antes de la cebra y no avanzan en amarillo, sino en verde. De los que en todas las elecciones, regionales o nacionales, vota. Y a conciencia. Sin vender el voto por tejas, cemento, tamales o por “50 barra”. De esos que jamás votarían por el que diga Uribe. Un buen ciudadano.

Me pronuncio y proclamo: abajo las letras del reguetón. Abajo, abajo, abajo. Y más abajo todavía la maldita industria musical. La maldita industria musical agrupa a todas las empresas que viven de la música comercial y cuyo único fin es hacer dinero. Y como el objetivo es hacer billete a como dé lugar se ha sacrificado el arte en beneficio del capitalismo salvaje. Solo así podemos entender que hayan tenido éxito “artistas” de dudosa calidad y verdaderos fraudes musicales. Verbigracia, gracias a las artimañas de la maldita industria fuimos engañados por Milli Vanilli y Locomía. El primero era un dúo de morenos atléticos con pinta rebelde quienes cantaban canciones pegajosas, incluso ganaron un Grammy, que les tocó devolver porque los nenes no cantaban, hacían playback. La misma vaina hacían los de Locomía, quienes tan solo ponían la pinta, movían el culito y se abanicaban la caballera, las voces eran de otras personas.

Pero ¿por qué pasa esto? Reitero: pues porque a los dueños de la maldita industria musical, como buenos capitalistas que son, lo único que les interesa es el billete, nada más. Debido a ello a través de los años hemos visto desfilar por los diferentes escenarios del mundo cantantes y grupos muy poco talentosos que a pesar de ello tuvieron éxito relativo. Sí, relativo, porque esos productos son desechables, efímeros, intranscendentes. Los de la industria promueven una moda, le sacan el jugo y luego la desaparecen e inventan otra. ¿Qué lo que está de moda son las band boys?, pues creemos a Menudo, Los Chicos, Los Chamos, Back Street Boys, N’Sync, New Kids on the Blook, Mercurio, Magneto… ¿Qué se pusieron de moda los grupos de chicas? ¡Fácil¡ Inventémonos a las Flans (burda copia del grupo gringo Bananaramas) a Pandora, a las Spice Girls… ¿Qué lo que está vendiendo son las carnudas mostronas quienes cantan casi empelota?, pues lancemos a Gloria Trevi, Paulina Rubio, Jessica Simpson, Britney Spears, Miley Cirus, Jennifer López, Lorena Herrera… ¿Qué se puso de moda el reencauche?, pues promocionemos esperpentos, verdaderos atentados terroristas auditivos como Charlie Zaa, Tulio Zuluaga, Caramelo, Barranco, Café Moreno, los Tri-o, los Triple HP…Qué lo que está dando palo son los actores cantantes, pues hagámosle con Alejandro Martínez, Claudia García, Fanny Lu, Margarita Rosa de Francisco, Aura Cristina Geithner, Carolina Sabino, Jorge Cárdenas, Amparo Grisales –el peor fracaso musical de todos los tiempos–, Edmundo Troya, Marbelle, Lucía Méndez, Lucerito, Thalía, Verónica Castro… ¿Qué las ventas están por los lados de los hijos de cantantes pasados de moda?, pues promocionemos a los hijos de Julio Iglesias; y al de Verónica Castro; y a la de Rocío Dúrcal… ¿Qué unos pandilleros están imponiendo un ritmo espantoso llamado reggaetón? ¡Saquémosle el jugo¡ ¿Qué la música “urbana”, hija paupérrima del reggaetón, está dando palo? ¡La tengo¡ Vámonos para las comunas de Medellín y reclutemos unos cuantos parceros, pongámosles pantalones de corte raro, camisetas y cachuchas, tatuémoslos, y listo el pollo: los yústinbibers colombianos. ¿Cómo, que la música de cantina y popular está pegando? Tomen: Marbelle, Pipe Bueno, Jhonny Rivera, Paola Jara, El Charrito negro, Arelys Henao, Giovanny Ayala, Alzate y demás esperpentos.

Sí, así es, los asesores de mercadeo de la industria musical hacen sondeos y/o encuestas para saber qué se le pude vender a la chusma y conociendo los resultados, se lanzan a la carga. Y después de creado el nuevo “artista”, el mánager hace lo suyo: va a todas las emisoras y con abundante dinero contante y sonante paga la respectiva payola (extorsión que los dueños de la industria musical les pagan a los dueños de las emisoras para que los respectivos djs suenen y truenen las canciones); también negocia con los diferentes directores de noticieros, programas de entretenimiento y revistas de farándula para que le den bastante bombo al cantante de moda -la sobreexposición en los medios es fundamental. Cantante que no salga en televisión o en revistas no existe-. Un romance ficticio –negociado- con una chica bien carnuda y uno que otro escándalo no está de más si se quiere que el artista suene. Después de toda esta inversión las canciones -cuyas letras son horripilantes: entre más chambonas, mejor- del producto empiezan a sonar una y otra vez en todas las emisoras y programas de televisión y por costumbre la gente se las aprende y las tararea y, lo más importante, asiste a los conciertos, compra los discos, los suvenires y ¡cómo no¡ envían miles de mensajes de texto (a 3.600 el minuto más IVA) con las palabras Alzate o Despecho. El negocio es redondo, y el talento es escaso.    

Y así sucesivamente los dueños del emporio musical van fabricando y desechando “artistas” y desfalcando el bolsillo de miles de conformistas que de oído musical no tienen nada. La ecuación es bien fácil y sencilla: mierda les venden, mierda compran.

Nota. Ya quisiera yo escuchar a las hijas menores de los ministros de cultura y educación cantar: “Hágale, papito, dele sin parar; dele como perro que mi esposo va a llegar. Metelo, papi, metelo; metelo, papi, ah, ah.       
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miércoles, 13 de septiembre de 2017

LA ORTOGRAFÍA COMO MECANISMO DE CLASISMO Y DISCRIMINACIÓN

LA ORTOGRAFÍA COMO MECANISMO DE CLASISMO Y DISCRIMINACIÓN
Por: Ricardo Quintana Vallejo


De pequeños muchos aprendimos que “saber escribir” y tener ortografía son sinónimos. Si hay algo que comunicar, es necesario (nos dijeron) hacerlo con buena ortografía y atención a la puntuación porque, sin éstas, resulta difícil que el lector entienda.

Y estoy de acuerdo que la ortografía tiene funciones comunicativas. Sabemos pronunciar las palabras por la posición de sus tildes; así, lo que nos lastima puede no darnos lástima. “Estoy solo aún” es una oración lógica, pero “estoy sólo aun” no tiene ningún sentido. Si pregunto “¿como diablos?” podría estarme preguntando sobre mi ingestión de diablos; sin embargo, si pregunto “¿cómo diablos?” estoy preguntando “¿de qué manera?”.

Pero la ortografía no sirve sólo para comunicarse con precisión. La ortografía, por ejemplo, les sirve a los ejecutivos de recursos humanos para escoger entre candidatos. Al hablar de este asunto con una ejecutiva, me aclaró que uno de los primeros criterios que usa para la contratación es la ortografía. Si un candidato tiene una falta, ahí se acaba el proceso. Y no es sólo que indica una falta de atención, me explicó, indica falta de profesionalismo.

No contar con ortografía, entonces, sí te puede cerrar las puertas a un trabajo. Además, es menos probable que puedas publicar, o que tus ideas se tomen con seriedad. Debido a que “saber escribir” y la buena ortografía son sinónimos para muchos, un error ortográfico invalida la totalidad de un argumento, sin importar la validez del análisis o la presentación de evidencias.

En un estudio de 2008 sobre la ortografía de estudiantes de primaria en México, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) comparó, entre otras cosas, la incidencia de faltas de ortografía que cometen estudiantes en cuatro categorías de escuelas públicas y privadas y encontró que las escuelas “rurales públicas cometen significativamente más errores ortográficos comparados con las otras modalidades, seguidos por los alumnos de Educación indígena y los de escuelas Urbanas públicas, quienes cometen una cantidad equivalente de errores . . .  Por último, los alumnos de escuelas Privadas . . . cometen significativamente menos errores” (109-110).

Un estudio similar en Colombia concluyó que “el factor socioeconómico es un factor altamente determinante, los resultados permitieron evidenciar que los estudiantes pertenecientes al estrato bajo presentan mayor deficiencia en el uso ortográfico” (90).

En otras palabras, las personas que tienen acceso a un capital cultural alto, tienen acceso también a una educación con enfoque en la ortografía. Por lo tanto, será menos probable que los ejecutivos de recursos humanos pasen sus solicitudes por alto, o que sus ideas sean banalizadas.

Los resultados de estos estudios no significan que no haya excepciones: niños de escuelas privadas con pésima ortografía o niños de escuelas públicas con ortografía excelente. Lo significativo es que, en general, el factor socioeconómico sí es determinante.

Podemos pensar en la buena ortografía, entonces, como un símbolo de clase socioeconómica, que indica que, en una parte estadísticamente significativa de los casos, la educación recibida tuvo un costo elevado. Además, los padres con buena ortografía muchas veces tendrán cuidado en que sus hijos la hereden y que reciban, así, más oportunidades.

La ortografía se revela como un mecanismo de poder sutil, que sigilosamente abre puertas a quienes fueron a escuelas privadas y las cierra a quienes fueron a escuelas públicas. Por lo tanto, es un mecanismo que facilita la discriminación.
Y no sólo es en el mercado laboral que la ortografía es un obstáculo. También hay exámenes estandarizados que la evalúan. Cualquier solicitud escrita y hasta un letrero pueden ser objeto de burlas.

Hace poco un artículo en sinembargo.mx indicó a través de su título que “en México un joven que nació pobre, morirá pobre: no hay igualdad de oportunidades”. Y la ortografía, por más benigna que parezca, es uno de los mecanismos que detiene la movilidad social.

Tal vez podemos restar algo de importancia a la ortografía. Tolerar faltas si un argumento es inteligente y persuasivo. Y es que “saber escribir” y tener buena ortografía no son lo mismo. La forma no es siempre tan importante como el mensaje que contiene y la ortografía no siempre refleja la capacidad o talento de quien escribe. Muchas veces, cerrarle una puerta a quien no usa acentos diacríticos o se equivoca con la g y la j, la v y la b, podría ser más un síntoma de clasismo que de cualquier otra cosa.
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ACERCA DE MÍ

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