EL SABIO MÁS SABIO DEL MUNDO
En un paraje apartado de la China un sabio, sentado en el pasto en posición de loto, charlaba animadamente con sus discípulos. Decenas personas, agolpadas a su alrededor, estaban pendientes de la amena tertulia. Dos turistas miraron la escena y decidieron acercarse.
En un paraje apartado de la China un sabio, sentado en el pasto en posición de loto, charlaba animadamente con sus discípulos. Decenas personas, agolpadas a su alrededor, estaban pendientes de la amena tertulia. Dos turistas miraron la escena y decidieron acercarse.
Al ver que la gente escuchaba casi que con religiosidad al
sabio (anciano, gordo, bajo de estatura), uno de los turistas le preguntó, con
discreción, a uno de los discípulos: “¿Qué pasa? ¿Quién es ese anciano?”. “¿No
lo sabes?: es el sabio más sabio del mundo”. Recibió como respuesta. De repente,
en medio de la multitud, se abrió paso, a empellones, un tipo alto, fornido, de
apariencia agresiva. Se posó frente al sabio y le dijo: “Así que tú eres el
sabio más sabio del mundo”. No recibió
respuesta. “Oiga, viejo miserable, marrano de mierda: le estoy hablando”. El
sabio miró a su agresor y le sonrió con amabilidad y condescendencia. “¿De qué
te ríes, rata asquerosa? ¿Acaso te estás burlando de mí, manojo de basura?”.
Tampoco recibió contestación alguna. Muchas de las personas que estaban
alrededor querían reaccionar en contra del agresor, pero una mirada del sabio
bastó para que desistieran de hacerlo. El ofensor, más iracundo todavía, se
agachó hasta quedar rostro con rostro con el sabio: “Vaca inmunda. Piltrafa.
Montón de desechos: no eres más que un farsante”. Acto seguido lo escupió en la
cara y procedió a marcharse. El sabio, tranquilo, prosiguió con su charla.








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